Quedan 19 años de líquido en la capital del estado
La ciudad de Chihuahua se quedará sin agua en 19 años, de acuerdo con las estimaciones de especialistas, en el más optimista de los cálculos. A este escenario se le llama el ‘Día Cero’, término que se acuñó para Ciudad del Cabo, Sudáfrica, la cual, y de acuerdo con múltiples estudios, quedaría sin agua para el 21 de abril de 2018, sin embargo, una serie de medidas emergentes logró aplazar esta fecha.
También Sao Paulo en Brasil y otras ciudades de los estados de California, Nuevo México, Texas y Arizona, en el vecino país del norte, presentan este problema que pudiera generar caos y migración forzada en las siguientes décadas, debido a la deficiente administración del recurso, las falsas prioridades para su uso y, sobre todo, la sequía.
“En Chihuahua se tiene una problemática muy importante, al menos lo que se tiene identificado es que para más o menos el 2040 pudiéramos legar al ‘Día Cero’, a ese día en el cual el agua ya no esté disponible”, calculó Guillermo Hinojos Mendoza, ecólogo y CEO de la organización Ases-Eco, dedicada a la conservación del entorno ecológico.
“Es un tema de preocupación, la ciudad de Chihuahua depende de la cuenca de El Sauz – Encinillas, también de Ciénega Ortiz y Villalba, son los tres vasos receptores que abastecen la demanda de la Ciudad de Chihuahua y los tres se encuentran en una situación de sobreexplotación desde hace mucho tiempo, y el problema es que la ciudad sigue teniendo una demanda y un crecimiento importante y al mismo tiempo tenemos zonas que abastecen”, detalló.
Explicó también que toda la cuenca alta de recarga que abastece a la ciudad se encuentra en proceso de degradación, es decir, todo el corredor que comprenden la Sierra del Nido, Sierra Azul, Sierra del Pajarito, toda la parte de la Sierra de las Escobas y todo ese corredor que va hasta Buenaventura, zona donde se concentra la captación de agua, y donde se encuentran las filtraciones de recarga de los acuíferos principales.
Hinojos Mendoza urge al planteamiento de buenas gestiones de los ecosistemas, así como efectivos procesos de ingeniería ecológica, con el fin de procurar disponibilidad de agua para la supervivencia de la especie humana, la actividad económica y la supervivencia de la fauna.
De acuerdo con los estudios de Ases-Eco, el crecimiento de toda la franja periférica de La Juventud hasta el oeste de la ciudad, provocó que se perdieran los vasos receptores que infiltraban el agua en toda la zona, lo cual ocasiona que ahora el agua de lluvia escurra hasta el Centro de la ciudad y provoque inundaciones. “Ya no se infiltra, se satura rápidamente el suelo desnudo o el suelo con cobertura natural o artificial y todo el excedente llega al Centro de la ciudad”, ejemplificó el ecólogo.
Tres de los cuatro acuíferos que abastecen la ciudad presentan serios déficits: El Sauz – Encinillas menos 54.65 millones de metros cúbicos anuales, equivalentes a dos veces la capacidad de la presa El Rejón; el Chihuahua – Sacramento menos 57.88 millones de metros cúbicos, representando la misma proporción anterior; el Villalba presenta un déficit de menos 9.58 millones de metros cúbicos, mientras que el Tabalaopa – Aldama es el único que no pierde más volumen de agua en comparación con lo que recarga.
El panorama luce desolador, y más allá de las pesadillas hechas realidad como la pandemia, el desabasto de combustible, la helada atípica de 2011, la crisis energética con sus apagones y los picos de violencia cada vez más comunes, el Día Cero, cuando ya no quede gota de agua en la ciudad, sería la mayor catástrofe, y con ella vendría el caos y problemas sociales como el desplazamiento forzado de la población, además de un profundo estado de violencia.
¿Estamos a tiempo?
Antonio Ramírez Baca, director operativo de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) de Chihuahua, recordó que en la fundación de la ciudad influyó la cantidad de agua disponible en la junta de los ríos Chuvíscar y Sacramento; luego la ciudad creció y el recurso hídrico tuvo que trasladarse por el acueducto, mientras que ahora los cuerpos de agua superficial y los depósitos subterráneos se encuentran en peligro. Pese a esto, el funcionario y especialista está convencido de que todavía se puede tener control de la situación.
“Yo no le pondría el término ‘Año Cero’, porque todavía estamos a tiempo para que las cosas no se vuelvan más graves, es decir, el destino de la situación que vamos a tener está bajo nuestro control, todavía; si hacemos las cosas, obramos con prudencia y empezamos a planear lo que se tiene que hacer y se le da continuidad a todo esto bajo un plan, vamos a llegar al 2040 de una forma adecuada, es decir, el futuro todavía está en nuestras manos”.
El Plan Hídrico Chihuahua 2040 contempla todas las condiciones del crecimiento poblacional, crecimiento económico, uso agrícola, doméstico e industrial del agua, con el fin de manejar el escaso recurso con el que se cuenta, pero sobre todo para que no se desperdicie, pues indica que resulta difícil cuantificar, por ejemplo, la cantidad de agua que se pierde por tuberías subterráneas quebradas, pero se requiere rehabilitar el 30 por ciento de la red, que corresponde a alrededor de 900 kilómetros de tuberías, según Ramírez Baca.
Explicó que lejos de lo que se pudiera pensar, el problema no se encuentra en el uso doméstico, sino en el agua que se utiliza para la agricultura, ya que en el acuífero de El Sauz sólo el 14 por ciento del agua que se extrae se destina para uso doméstico y el resto para el campo; en Tabalaopa – Aldama el 25 por ciento de las extracciones son de uso doméstico y el resto agrícola, mientras que el acuífero de Sacramento es el único que destina el 78 por ciento para uso doméstico y el resto para el agro.
Una de las alternativas para los agricultores y ganaderos es proveerles agua rodada y mecanismos para la mayor eficiencia de los riegos. El director del Departamento de Desarrollo Rural Municipal, Mauro Parada Muñoz, coincidió en que el agua tratada es una alternativa perfecta para sustituir el agua de pozo en la agricultura, ya que los nutrientes de la primera pueden suplir incluso a los que a las tierras proporciona el abono.
Fuentes alternas y acuíferos no tradicionales
Desde administraciones pasadas se contemplaron proyectos para satisfacer la demanda de la capital con agua de las presas Las Vírgenes, La Boquilla y El Granero, pero sólo quedaron en proyectos ejecutivos debido a la inviabilidad técnica y social del intercambio de agua entre cuencas, pero se contemplan alternativas de acuíferos no tradicionales.
Uno de los principales acuíferos no tradicionales cuya viabilidad se encuentra aún en estudio es el de la mina de San Antonio, en el poblado de Santo Domingo, la cual presenta el constante problema de inundaciones en las zonas de extracción de mineral. De acuerdo con las estimaciones basadas en estudios previos, de esta mina se podrían extraer mil litros por segundo (un metro cúbico) y en la actualidad se extraen hasta 200 litros por segundo para drenarla.
“Lo que pasa es que esto requiere de una inversión muy seria y ahorita lo que estamos es tratando de cuantificar el verdadero potencial que tiene esta mina para ver de qué cantidad se podría disponer a la ciudad, que requiere una potabilización de alto nivel en la parte técnica, pero ahorita nos estamos centrando mucho en la capacidad de extracción que tenga”.
La zona de Nombre de Dios, donde se encuentran fallas geológicas, representa otra fuente alterna en su calidad de acuífero no tradicional y se piensa que en su interior se encuentra almacenada una importante cantidad de agua.
La apuesta más grande de las políticas públicas en Chihuahua se encuentra en el agua residual, porque en la actualidad se cuenta con importante infraestructura para el manejo del agua tratada para usos públicos, procesos industriales, recreación y otros rubros. Ramírez Baca aseguró que a nivel local se tienen altos niveles de reutilización, a tal grado que la ciudad es de los punteros nacionales en el rubro.
Mencionó que conforme han pasado las décadas el costo de los procesos ha ido disminuyendo, pues potabilizar un metro cúbico (mil metros) en los años noventa costaba 4 dólares, y ahora la tecnología de recuperación de presión permite un proceso de potabilización económico, pues al día de hoy potabilizar un metro cúbico de mar, que tiene 35 mil partes por millón de sólidos disueltos en esa unidad de volumen, cuesta entre los 75 y 80 centavos de dólar, tan sólo por citar una alternativa de ciudades cercanas al mar, mientras en Chihuahua, otra posibilidad lejana es la recarga artificial de acuíferos mediante inyección directa.
En resumen, la JMAS, institución rectora de la administración y distribución del agua en la capital chihuahuense, le apuesta a la tecnología, ingeniería, manejo responsable del presupuesto en la institución, pero, sobre todo, a generar una cultura del agua entre la población.
Bosques de agua
“En el Código de Desarrollo Municipal una de las tareas de Desarrollo Rural (departamento) es checar también la cuestión sustentable, las actividades sustentables en el sector primario”, indica Mauro Parada justo al comenzar la entrevista, justificando el trabajo de la dependencia en el rescate de los acuíferos.
“Es un pago por servicio ambiental hidrológico, como se le llama técnicamente en Conafor, para intentar hacer obras de conservación e infiltración real. Hay unas obras que ya están validadas, que ya hace como 15 años hizo la Junta Municipal de Agua en los ojos del Chuvíscar y, en esa área se hizo un proyecto de investigación para validar este modelo”, explica.
En general, mediante la gestión de recursos federales, en diversas comunidades rurales del municipio como Las Varas, Nuevo Delicias, Francisco I. Madero, Sierra Azul y Ejido Colonia Cuauhtémoc se construye una serie de represas cuya finalidad no es acumular agua, sino retenerla en puntos estratégicos para que recargue zonas del subsuelo que van directo a los acuíferos, mientras lentamente escurre en su cauce natural.
Fuente: