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La aplicación de un estímulo fiscal a gasolinas que sirve para compensar incrementos en su precio mató la estrategia ambiental para desincentivar el uso de combustibles, según un análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El Impuesto Especial a Producción y Servicios (IEPS) a las gasolinas y diesel se integra de una cuota federal, una estatal y una orientada a desincentivar las emisiones de contaminantes, denominada cuota de carbono.
Esta cuota es considerada uno de los mecanismos más eficientes para reducir las emisiones de CO2 y que al final genera ingreso a las finanzas públicas.
Sin embargo, a partir de la liberalización de las gasolinas durante el año pasado, que trajo como consecuencia un pronunciado incremento en los precios del combustible, el Gobierno federal decidió dar un estímulo fiscal para mitigar los aumentos, lo cual se contrapuso al impuesto ambiental.
Mientras la cuota de carbono registró un promedio de 10.5 centavos de pesos por litro de Magna, el estímulo fiscal se ubicó en 1.36 pesos para esta gasolina, en promedio anual.
En el caso de la la gasolina Premium y el diesel la situación es similar, con una cuota de carbono de 7.7 y 12.6 centavos, respectivamente, y un estímulo otorgado por el Gobierno federal para mitigar el alza del precio de 24 centavos y 1.44 pesos, para cada tipo de combustible, de acuerdo con el análisis del CIEP.
Así, la decisión de mitigar el incremento de precios de los combustibles, resultado de la liberalización de gasolinas, se contrapone con los objetivos en materia ambiental de reducir las emisiones de dióxido de carbono para el país.
