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¡Reciclemos para dar respiro a la naturaleza!

 

 

¡Reciclemos para dar respiro a la naturaleza!

Una nueva cultura se impulsa en todo el mundo en el Día Internacional del Reciclaje. Practicar habitualmente las 3R, tarea de todas las personas en las sociedades modernas.

 

Este 17 de mayo, Día Mundial del Reciclaje, cobra fuerza un postulado de Antoine de Lavoisier, sabio francés del siglo XVIII, quien expresó: “La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma”.

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El principio científico es inspirador en nuestros días cuando las naciones modernas se empeñan en impulsar la cultura del reciclaje con creatividad, pero sobre todo con conciencia ambiental para evitar la explotación de más recursos vírgenes e incorporar en nuestra vida diaria, como quehaceres habituales, una serie de prácticas para reducir el impacto ambiental al dar un uso razonado al capital natural, recuperar la materia transformada en productos al terminarse su vida útil y darles una y otra vez usos innovadores, en vez de considerarlos desechos y confinarlos la mayoría de las veces sin ton ni son.

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En 1970, al celebrarse por primera vez el Día de la Tierra, Gary Anderson, entonces estudiante de la Universidad de California del Sur, captó el sentido de dar nueva vida a los materiales ya utilizados y condensó en un triángulo de tres flechas sucesivas el símbolo que se acogió internacionalmente para significar la continuidad del proceso ambiental deseable de Reducir-Reusar-Reciclar, conocido como las tres “R”, relativas a cada fase del reciclaje.

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El desarrollo industrial, aparejado al crecimiento de una población con patrones de consumo crecientes que demandaban cada vez con mayor exigencia de bienes y servicios, gestó en la segunda mitad del siglo XX una mayor cantidad de materias primas y, en consecuencia, una generación de residuos de distintos tipos y los problemas asociados a su disposición adecuada, al igual que las afectaciones a la salud humana y a los ecosistemas.

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Según sus características y orígenes, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos clasifica los desechos en tres grandes grupos: residuos sólidos urbanos (RSU), residuos de manejo especial (RME) y residuos peligrosos (RP). Los primeros se generan en las casas-habitación y se calcula que en 2011 en México sumaron más de 41 millones de toneladas, es decir, 112.5 mil toneladas diarias, el equivalente de 175 veces el volumen de la pirámide del Sol de Teotihuacan o 231 veces el del Estadio Azteca.

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La región centro del país aportó el 51% de ese volumen, seguida de la frontera norte con 16 % y la Ciudad de México con el 12%. Sin embargo, en el mismo lapso en la frontera norte se acrecentó notablemente la generación de residuos, 207%, frente al 49 % de la región centro, 44 % del sur y 19% de la Ciudad de México, lo cual podría configurar el mapa de requerimientos de la cultura del reciclaje.

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El reciclaje es la cara más venturosa del problema de generación de residuos: es una atractiva veta económica y fuente de empleo verde, todo lo cual saca importantes volúmenes del circuito de la huella ecológica al reintroducir en el ciclo de vida materiales que antes se confinaban como desperdicio, desecho o basura.

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¡Sí podemos! Un caso de éxito del reciclaje en México es el reciclaje de papel: nuestro país recicla cada año 4.9 millones de toneladas de papel que cubren el 88% de las necesidades de fibra del sector de la industria de la celulosa y del papel. Ejemplos como éste alientan el  surgimiento de nuevas empresas interesadas en incursionar en este sector industrial del reciclaje, apegadas a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR).

Hacer cada día un uso razonado del capital natural desde nuestro breve espacio –la casa, la oficina, la escuela, el deportivo, el trozo de playa que nos da regocijo, el centro social al que acudimos, la calle que transitamos, significaría un guiño constante de gratitud al planeta ante los estragos que causa el cambio climático, los cuales nos obligan a mantenernos informados y hacer conciencia sobre los efectos que desencadena la simple pero perniciosa acción de tirar envolturas o pilas con descuido, o dejar restos de productos en lotes baldíos, playas, bosques, ríos y lagos, entre otros sitios.

Si decidimos hoy adherirnos a la noble tarea de reciclar en beneficio de la casa común, el planeta Tierra, y de todos sus habitantes, transformemos con creatividad la materia, pues podemos:

  • Fomentar el hábito del reciclaje a edades tempranas para que las nuevas generaciones aprendan a respetar la naturaleza y sean conscientes de las ventajas de vivir en un entorno limpio. Enseña a los niños a reciclar divirtiéndose. ¡Juega con ellos reciclando!
  • Separar los desechos en orgánicos e inorgánicos.
  • Antes de entregarlos al camión recolector, separar los residuos útiles: latas, botellas de plástico, frascos de vidrio, papel y cartón.
  • Reducir la compra y el uso de plásticos. ¡Reutilízalos!
  • Reutilizar el papel desechado. ¡Producir una tonelada de papel requiere talar 17 árboles medianos, gastar 26 mil litros de agua y generar 4 mil kilowatts  de electricidad!
  • Depositar las pilas que ya no se usen en alguno de los contenedores de reciclaje dispuestos para ese fin en ciertas avenidas. ¡Una sola pila alcalina podría contaminar 175 mil litros de agua! ¡No arrojarlas al fuego, pueden explotar!
  • Caminar, utilizar la bicicleta o el transporte público para llegar a nuestro destino. ¡Haz ejercicio!
  • Evitar que aceite usado se arroje al fregadero. ¡Un litro puede contaminar hasta mil litros de agua!
  • Comprar productos con envases ambientalmente amigables. ¡Evita consumos innecesarios!
  • Compactar las cajas de cartón y depositarlas en contenedores adecuados.
  • Llevar a centros de acopio los residuos especiales: aparatos eléctricos y electrónicos, bombillas, baterías, restos de pinturas, radiografías, aceite de cocina, etcétera.
  • Reutilizar las bolsas de plástico tantas veces como sea posible y, al final, usarlas como bolsa de basura para llevar los envases a los contenedores adecuados.

Fuente: semarnat

 

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